¿Nos casamos?

 

¿nos casamos?



¿Nos casamos?


Margarita Luján es una mujer en el otoño de la vida; siempre ha sido una enamorada del amor. No concibe que alguien, hombre o mujer, carezca de su media naranja.
Así organiza cenas, comidas y hasta paseos, con el fin de poner en contacto a los “corazones solitarios”, como ella dice.
Pero como dice el refrán: “En casa del herrero, azadón de palo”. Ella tiene un hijo soltero… que va tirando para solterón.
Margarita le ha presentado a todas las hijas de sus amigas, sin resultado alguno. “Fulanita está muy flaca y tiene las piernas de cargapalitos, Zutanita es torpe, Gloria, muy miope; Rosalía tartamudea, Cervantina es demasiado culta, no aguanto a las mujeres sabelotodo. Raquel ni siquiera sabe preparar una galleta con “paté”…, y así sucesivamente.
Margarita ha renunciado a casar a su hijo. Ahora se dedica a casar a los hijos de los demás.
Este día hay en su casa gran revuelo: Presentará a Roque -el mejor amigo de su hijo Lalo- con Lizbeth, la hija de su mejor amiga. Todo ha sido maquiavélicamente planeado, desde el menú hasta la música que deberá tocarse.
Para no despertar sospechas (en el muchacho, claro está ¡pobre inocente!), hay otros invitados: Felipe Aguado, joven dentista soltero, Anita Tablado, hermana de Lizbeth (ya con novio); Fina y Tete, amigas de Margarita; Pierre Poché, francesito de vacaciones en México; dos chicas más, solteras y la mamá de la postulada. ¡Todo un cóctel Molotov!
Se hacen las presentaciones -muy veladamente para no asustar al candidato- . La anfitriona inicia el convivio con un “tornado”, bebida inventada por ella contra la timidez.
En el tercer platillo todos se han quitado ya la careta. Aquello parece una jaula de pericos y cotorras. Roque, con ojos de luciérnaga atarantada pregunta a Lizbeth:
- ¿Y cómo de desenvuelves en el arte culinario?
Gran indignación de Lizbeth. “Zoquete” - piensa - “En vez de preguntarme si me agradan la música o la pintura ¡monigote prosaico!”
- Mal, ni siquiera sé encender la estufa. No me interesa…
Después del soplamocos, Roque intenta recuperar terreno:
- Eres muy guapa, solo te falta…hacer pierna. Y de la planchada ¿tienes nociones? A mí me agradan las camisas impecables, sin una arruga. Cuando yo me case, deseo que mi esposa sea una experta en la materia.
Lizbeth estalla como neumático en tarde calurosa:
- ¡Te aconsejo buscar esposa en una agencia doméstica!
Margarita, terciando conciliadoramente dice:
- ¿Buscas esposa o mucama, Roque?
- ¡Las dos en una! ¡Soy muy exigente! Mi madrecita así nos acostumbró; somos ocho hijos varones.
Todo el elemento femenil de la reunión se convierte en panteras y tigresas. Saltan al unísono, como dotadas de resortes felinos. Roque es atacado sin piedad:
- ¡Granuja! ¡Poco hombre! ¡Descortés! ¡Antigalante! ¡Retrógrado! ¡Hijito de mamá!…
Lalo trata de defender a su amigo, pero también sucumbe bajo el ataque verbal.
- Vaya, vaya… yo siempre he dicho que estas cosas no funcionan. ¿Cómo voy a encontrar a la mujer de mis sueños en este zoológico? Decididamente continuaré en el celibato.

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